lunes, 3 de diciembre de 2012

Nuestros personajes típicos



HORACIO DORADO GÓMEZ

Con la participación del conjunto “Aires de Pubenza”, dirigido por el profesor Felipe Chávez, a cuatro flautas con música auténticamente payanesa, digno de ser presentado en cualquier parte del mundo, en medio de la “patojada” que siente y vive estos eventos, se llevó a cabo el lanzamiento del libro: “Nuestros personajes típicos”. Fue un hermoso acto en el Paraninfo Caldas que quise brindar para congregar a la colonia patoja.


Durante mucho tiempo me dediqué unas veces a recordar y otras a investigar la compilación para mis lectores de Popayán. Consideré que las semblanzas de personajes típicos de Popayán, son importantes para la historia de mi ciudad. Pensé que no podían quedarse en la reminiscencia de unas pocas personas, ni morir con el paso del tiempo, sino registrarla en la memoria colectiva para las juventudes presentes que nunca los disfrutó y para que, quienes nos regocijamos con ellos en tiempos idos, los evoquemos hoy mediante este breve compendio.

Popayán se ha distinguido por tener un pueblo de espíritu abierto y desde luego, alimentador de delirios. Seguramente la calidez de sus gentes, la placidez de su clima, hasta el mismo saborcillo del licor predominante por su sabor y aroma, influyeron para que surgieran de todos los confines, y anclaran aquí para siempre, en el mejor vividero del mundo. Los identificamos bien por lo pobres en el vestir, por sus zapatos rotos, y luengas y descuidadas barbas, así como otras particularidades o señas que nos servían para gozarlos hasta desternillarnos de la risa. Por ello me di a la tarea de dedicar el tiempo necesario para agradar a mis lectores recordándoles estos personajes más que por sus nombres y apellidos, por los apodos y las anécdotas de cada uno, que logré recoger entre contemporáneos amigos, que se solazaron describiendo los que mi frágil retentiva no pudo. Encontrarán entre ellos, forasteros que llegaron a la villa de Sebastián de Belalcázar, pero que nunca quisieron regresar a sus lugares de origen, embriagados por el idílico lugar, y desde luego embebidos de la sapidez de su producto etílico, destilado desde Belén.

Conocí a la mayoría de estos comediantes de la calle, me divertí de niño con el trasegar de su vida cotidiana y con parte de sus actividades que quedaron grabadas para siempre en mi mente. Al redactar cada página no hice cosa diferente que trasladarme en un viaje imaginario hacia aquella época.

Estoy dedicado con devoción payanesa a ser el vigilante Popayán, en pago a todo lo que la ciudad me ha dado, a custodiar la cara arquitectura en su forma geométrica del tablero de ajedrez, empleada en el trazado urbano de las ciudades españolas cuyo propósito era escenificar esa idea de orden y autoridad que los conquistadores querían representar en cada uno de sus actos. Y como artesano de la palabra a evocar para describir los rincones del vago y su historia personal, para registrarla en la memoria colectiva esta otra clase no menos importante de personajes, de la tantas veces piropeada ciudad de Popayán.

Civilidad: Fortalecer el espíritu y reivindicar la tradición.

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