MEDELLÍN, MEDELLÍN, ARTE Y COLOR
Carros por entre los arcos en homenaje al arte indigenista patrio en la Avenida La Playa
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
“Ay, qué aburrida la siesta
sin pregón y sin cigarros
por entre estrellas de vidrio
irá don Juan con su carro.
Compro fierros, flejes, diarios...”
Juan el botellero, Leonardo Favio
Llegar a Medellín es aterrizar sobre una pista de sorpresas y variedades. Es un punto de confluencias en donde uno encuentra, como sin buscar, lugares, eventos o personajes que se levantan frente al viajante. La ciudad rebosa de vida vegetal, de comercio, de oportunidades para que el turista llene sus ojos y gustos.
Íbamos con mi novia poeta de cabecera a participar del X Encuentro de Mujeres poetas de Antioquia, que también acoge a los varones en sus recitales en recintos como la Casa del Maestro, Bellas Artes, Teatro Matacandelas y, de paso, nos vimos avasallados con la luminosidad de los arreglos de navidad en las avenidas y al lado del río, con exposiciones de pintura y ofertas gastronómicas por montones. Hay para escoger y disfrutar hasta el amanecer en este lugar donde no solo en la primavera florecen los guayacanes.
Gozamos del viaje en el cómodo, limpio y educado metro. El servicio no ha decaído. Ha empezado a funcionar la tarjeta Cívica que abarata el servicio y brinda otros servicios como poder usar el ascensor y evitar subir las numerosas escaleras. Caminamos por entre bulevares llenos de mercancías, salones de belleza, restaurantes y ventas callejeras. Música a lado y lado de pasaje Junín, junto al Parque Bolívar. Gente llena de euforia, echada p´alante y atenta.
Asistimos al Taller de poesía Aluna dirigido por la prima donna Marga López Díaz que hace verso con cada palabra que toca. Oímos cómo la guitarra del anfitrión Rogelio Díaz y la cantautora Claudia Díez* trajeron a la memoria al eterno Leonardo Favio en la canción que hace honor a los pregones de su, Juan, pueblo, el botellero.
“Cámara celestial”, cielo a donde va a reposar el cuerpo del hombre según Luis Caballero
Y junto a la Estación Industriales, en el Teatro de Arte Moderno, Luis Caballero estaba exponiendo su obra cumbre “Deseo y Tormento” sobre el cuerpo desnudo del hombre. “La imagen sagrada es para mí el cuerpo humano”, dijo de toda su pintura. El dolor, el placer, la belleza, es la trama de su lenguaje pictórico que ocupó su trabajo durante toda su vida.
Y, no podía faltar el tango. Medellín, junto al viejo aeropuerto Olaya Herrera, tiene un “Patio para el tango” en honor a Gardel, Aníbal y a Buenos Aires queridos. Allí todos los días junto con el bife chorizo y el vino a medio día o por la noche suena la milonga y el tango y se baila.
El Patio del tango en el Barrio Antioquia
Sí. En Medellín el cuerpo descansa y baila, los ojos se divierten y hasta por los oídos, nariz y el pecho entran los olores de pino y palma y los sabores del pueblo paisa. Ya no se ven los carrieles ni el machete o el poncho del arriero por cafetines en los barrios Guayaquil o Manrique, pero se siente la risa, el gracejo y se ve la pujanza de una ciudad que aprecia el folclor, el arte, y la cultura resplandece por las calles y por el Río.
Ir a la ciudad de la eterna primavera no es una pura metáfora. Es poesía, es ricura, es gozar de las atenciones en hoteles, bares y tiendas. Su metro, teleférico, sus calles con las figuras del maestro Botero en esquinas y mercados callejeros hacen un paraje ideal para ir una cuantas veces al año a visitar a los amigos a Georgina y Elvira, a la Tutti, a Rogelio y a la maga que viaja con Nausícaa.
04-12-12 9:11 a.m.
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