lunes, 5 de noviembre de 2012

Los indignados


Gloria Cepeda Vargas

La Venezuela actual se divide en dos camarillas: los entusiastas seguidores del comandante-presidente y la oposición fraccionada así: un grupo que navega desarbolado como un barco náufrago y otro poseído por una indignación hija del desencanto y los rumores y pruebas que menudean acerca del fraude oficialista el cual, con la descarada complicidad de quienes administran sin control las decisiones del Consejo Supremo Electoral, hizo de las suyas durante las elecciones del 7 de octubre de 2012. A esto se añade la sombra de un Estado Comunal que con la tenebrosa muletilla de “Socialismo o muerte”, planea como un ave agorera sobre un país donde seis millones y medio de ciudadanos (cifra obtenida por Capriles en la última jornada electoral) manifestaron su inconformidad con lo que ocurre.

Ya Aristóbulo Istúriz, flotador en todos los remolinos de la historia política venezolana y hoy exaltado chavista y candidato designado a dedo por el presidente a la gobernación del Estado Anzoátegui, lució sin rubor esta perla: “Hay que desbaratar gobernaciones y alcaldías. Los mejores gobernadores serán aquellos que primero desbaraten las gobernaciones; los mejores alcaldes serán aquellos que primero desbaraten las alcaldías y transfieran competencias y poderes a los Consejos Comunales”. Es decir, “Pretende echar los cimientos del Estado Comunal, o sea, instaurar un nuevo tipo de organización jurídica del Estado, no contemplada en la Constitución de 1999 y que de tener éxito, desmantelaría la organización de la República, tal como la conocemos desde 1830” (Nelson Acosta, “El Nacional”, 2 de noviembre, 2012).

No me sorprende. La única innovación surgida en este manicomio-patíbulo es la representada por el cinismo de un gobierno que ya desprovisto de su careta tradicional, saca el machete y arremete contra todo lo que se le atraviese. Pero la nueva Resolución 058 que intenta borrar de un plumazo las atribuciones de la comunidad educativa integrada por padres, madres, representantes, docentes y estudiantes y transferir la autoridad y decisiones privativas de la escuela venezolana a los amenazantes Consejos Educativos, ha despertado la indignación general. Ya el Colegio de Profesores de Venezuela, organización sindical que agrupa a los profesionales de la docencia, la declara inconstitucional e inconsulta. La indignación crece. Medios de comunicación, ciudadanos del común y analistas políticos la rechazan sin contemplaciones. Ahítos de autocracia, soberbia y dinero ilícito, intentan llegar demasiado lejos.

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